capítulo 3: escuchando a mis alumn@s

El camino para convertirse en profesor o maestro revela una verdad que muchas personas desconocen: esta profesión va más allá de simplemente llegar a clase y transmitir la lección. A lo largo del Máster, me di cuenta de la hermosa complejidad que implica ser educador y descubrí la importancia de escuchar a mis alumnos, una lección fundamental que aprendí durante una apasionante clase de Psicología con mi profesor Rodrigo.

Aquella sesión con Rodrigo quedó grabada en mi memoria y me acompañaría en cada una de mis futuras clases. Me siento afortunado de haber sido testigo de cómo la psicología se entrelaza con la educación y cómo su sabiduría me enseñó a valorar aún más mi rol como maestro. Ese día, Rodrigo planteó un caso práctico que nos hizo reflexionar profundamente: ¿cómo reaccionaríamos si uno de nuestros alumnos se acercara a nosotros y nos confesara que es gay?

Inicialmente, esta situación no pareció complicada, pero generó un impacto en mí. Provenía de un sistema educativo en el que los profesores eran vistos como expertos en sus materias, y nuestros diálogos se limitaban exclusivamente al ámbito académico. La idea de un alumno confiándonos su vida personal parecía lejana. Sin embargo, Rodrigo aseguró que esta situación podría presentarse antes de lo que imaginábamos.

Buscábamos respuestas superficiales, pero él nos alentó a profundizar y encontrar la respuesta que el alumno realmente necesitaba. No era suficiente simplemente decirle que ser gay es natural y que no había problema alguno. Debíamos escuchar con empatía y comprender sus razones para compartir esa parte de sí mismo con nosotros. Tal vez había un problema oculto, como acoso escolar o falta de aceptación en su entorno. Debíamos ahondar en su historia para poder ofrecer el apoyo adecuado.

Este enfoque trascendía la asignatura de Psicología y se convertía en la base de mi futura labor como profesor. Aprendí que no debía asumir las dudas de mis alumnos, sino preguntarles directamente para entender sus necesidades de aprendizaje. Esto aplicaba a cualquier asignatura, incluso a Matemáticas, donde debía indagar sobre la raíz de la confusión antes de dar una respuesta.

Aquella clase me marcó profundamente, ya que me enseñó la importancia de escuchar a mis alumnos y construir una relación de confianza con ellos. Rodrigo tenía razón: no pasó mucho tiempo desde que comencé a ejercer como profesor y un alumno se acercó para compartir su experiencia personal conmigo. Aquel momento quedó grabado en mi corazón y me hizo comprender que mis estudiantes no solo son receptores de conocimiento, sino seres humanos con sus propias historias y emociones.

En mi carrera docente, he descubierto que aprendo tanto de mis alumnos como ellos de mí. Cada día es una oportunidad para crecer juntos, para escuchar sus inquietudes, sueños y preocupaciones. Es gratificante ver cómo confían en mí para compartir sus pensamientos y cómo puedo ofrecerles el apoyo y la orientación que necesitan.

Como profesor, sigo valorando y aplicando la lección que Rodrigo me enseñó: escuchar a mis alumnos es el primer paso para entender sus necesidades y ayudarles en su desarrollo académico y personal. Cada estudiante tiene su propia historia, y comprenderla es fundamental para construir un ambiente de aprendizaje en el que se sientan valorados y motivados.

A lo largo de mi carrera, he aprendido que ser maestro va más allá de enseñar contenidos; es una labor de guía, de escucha activa, de empatía y de crecimiento mutuo. Cada estudiante que pasa por mi aula deja una huella imborrable en mi corazón, y la gratitud que siento hacia ellos por todo lo que me han enseñado es infinita. Ser maestro es una profesión bonita y significativa, llena de desafíos y alegrías, y estoy agradecido de poder ser parte del proceso de formación y crecimiento de mis alumnos. Cada día, con entusiasmo renovado, me enfrento a nuevas clases con la certeza de que mi compromiso es ayudar a mis estudiantes a alcanzar sus sueños y a desarrollar todo su potencial como seres humanos.