capítulo 12: De las Prácticas al Trabajo de Fin de Máster
El término de mis prácticas en el máster marcó el comienzo de una nueva etapa: la elaboración de mi Trabajo de Fin de Máster (TFM). Sin embargo, para mí, este proceso dio inicio mucho antes de lo esperado. Desde el inicio del programa, mientras las asignaturas avanzaban y se revelaba la estructura del máster, ya estaba inquieto por encontrar el tema perfecto para mi TFM.
A medida que profundizábamos en la formación, me di cuenta de la importancia crucial que las nuevas metodologías educativas tendrían en el aula. Observaba con atención cómo las tecnologías emergentes estaban haciendo su camino hacia los entornos educativos, especialmente en el área de las Matemáticas, donde identifiqué una gran necesidad de innovación.
Recuerdo las primeras impresiones que tuve con las pizarras digitales, una herramienta que prometía revolucionar la enseñanza, pero que en la práctica parecía poco utilizada y desaprovechada. Mi deseo de encontrar materiales didácticos adecuados para Educación Secundaria se veía constantemente frustrado por la escasez de recursos innovadores y relevantes.
Fue entonces cuando tomé una decisión: cada trabajo que realizara en mis asignaturas sería una oportunidad para explorar temas pertinentes y desarrollar material didáctico práctico. Enfocándome en un curso específico y un tema versátil como las funciones matemáticas, comencé a tejer una red de trabajos interconectados que eventualmente se convertirían en la base de una programación de aula completa.
A lo largo del curso, cada tarea era una oportunidad para experimentar y crear material pedagógico original. A medida que avanzaba, recibía valiosos comentarios y orientaciones de mis profesores, lo que enriquecía aún más mi enfoque educativo. Sin embargo, el momento decisivo llegó cuando supe dónde realizaría mis prácticas y quién sería mi tutor.
Con todas mis ideas y preparativos en mente, me dispuse a presentar mi propuesta de TFM a mi tutor de la universidad. Sin embargo, su respuesta no fue lo que esperaba: tenía una idea diferente en mente, una que no me parecía tan relevante ni en sintonía con mis intereses y metas como educador. Después de reflexionar sobre su propuesta, decidí defender la mía con determinación, convencido de su potencial para enriquecer mi práctica docente.
El proceso de asegurar la aprobación de mi propuesta de TFM no fue fácil, pero finalmente logré el respaldo necesario para continuar con mi investigación. Con el centro de prácticas y los tutores asignados, tuve la suerte de encontrar un apoyo sólido para llevar a cabo mi proyecto de investigación. Este primer paso marcó el comienzo de una experiencia transformadora que daría forma a mi carrera como docente.
Con la confirmación de mis prácticas y los tutores designados, no perdí tiempo y me puse en contacto con mi tutor de prácticas para discutir mi propuesta de TFM. Desde nuestra primera reunión, quedó claro que tenía a mi lado a un aliado comprometido y entusiasta. No solo respaldaba mi enfoque, sino que también aportaba ideas valiosas y experiencias prácticas que enriquecieron aún más mi proyecto.
Así, durante el período de prácticas, tuve la oportunidad de implementar mi metodología innovadora en un aula de 3º de ESO. Nuestro enfoque transformó el tema de las funciones matemáticas en un emocionante juego de mesa digital, donde los estudiantes debían avanzar por equipos superando desafíos relacionados con el contenido del curso. Cada actividad estaba cuidadosamente diseñada para garantizar la comprensión completa del tema, utilizando recursos interactivos y tecnología de vanguardia.
El juego no solo proporcionaba una experiencia de aprendizaje única, sino que también abordaba temas de actualidad que capturaban el interés de los estudiantes. Desde celebridades hasta eventos deportivos, cada desafío estaba diseñado para hacer que el aprendizaje fuera relevante y estimulante. La innovación y la creatividad se convirtieron en los pilares de nuestra enseñanza, demostrando el potencial de las nuevas metodologías y herramientas tecnológicas en el aula.
Además de crear recursos y materiales didácticos, llevé a cabo una investigación comparativa para evaluar el impacto de nuestra metodología en el aprendizaje de los estudiantes. Comparando dos grupos de 3º de ESO, uno sometido a nuestra metodología innovadora y otro utilizando métodos tradicionales, pudimos obtener datos significativos sobre el rendimiento y la participación de los estudiantes.
Al finalizar las prácticas, tuve la oportunidad de continuar en el centro para recopilar datos adicionales y completar mi investigación. Los resultados fueron alentadores: no solo hubo una mejora significativa en el rendimiento académico del grupo experimental, sino que también se observó un mayor compromiso y entusiasmo por parte de los estudiantes.
Con estos hallazgos en mano, preparé mi TFM y defendí mi investigación con éxito. Los resultados no solo respaldaron la efectividad de nuestra metodología innovadora, sino que también dejaron claro el potencial transformador de las nuevas metodologías y tecnologías en el aula. Esta experiencia no solo marcó un hito en mi carrera como docente, sino que también reafirmó mi compromiso de seguir explorando y promoviendo la innovación educativa en el futuro.
La defensa de mi TFM fue un momento culminante en mi trayectoria como educador. Presentar los resultados de mi investigación ante un panel de expertos no solo validó el arduo trabajo realizado, sino que también consolidó mi convicción en el poder transformador de la innovación educativa.
Los hallazgos de mi investigación no solo fueron recibidos con interés, sino que también generaron una discusión animada sobre el futuro de la enseñanza. Quedó claro que las nuevas metodologías y tecnologías no solo eran efectivas, sino que también eran esenciales para abordar los desafíos educativos del siglo XXI.
La experiencia de llevar a cabo esta investigación no solo fortaleció mi creencia en la importancia de la innovación educativa, sino que también me dio la confianza necesaria para seguir explorando nuevas ideas y enfoques en mi práctica docente. Me di cuenta de que, como educador, mi papel va más allá de transmitir conocimientos; también debo ser un agente de cambio y un facilitador del aprendizaje significativo.
Después de la defensa exitosa de mi TFM, mi compromiso con la innovación educativa solo se fortaleció. Me di cuenta de que, como docente, tenía la responsabilidad de seguir aprendiendo, creciendo y adaptándome a medida que evolucionaba el paisaje educativo. Mi experiencia con el TFM no solo marcó el final de una etapa, sino también el comienzo de un viaje continuo hacia la excelencia educativa y la mejora continua.
Con renovado vigor y determinación, me embarqué en mi carrera como educador con una perspectiva más amplia y una comprensión más profunda de mi papel en el proceso educativo. Sabía que me enfrentaría a desafíos y obstáculos en el camino, pero también estaba equipado con las herramientas y el conocimiento necesarios para superarlos.
El TFM no solo fue un proyecto académico; fue una experiencia transformadora que definió mi enfoque pedagógico y sentó las bases para mi desarrollo profesional futuro. Con cada paso que daba en mi camino como educador, recordaba las lecciones aprendidas durante la investigación y me comprometía a seguir innovando, explorando y haciendo una diferencia en la vida de mis estudiantes.