FRASES MOTIVADORAS
Cuando la jornada comienza y te preparas para otra jornada docente, sabes que cada día es una sorpresa tras otra, pues la labor de un profesor siempre está abierta a imprevistos. Muchas veces, al entrar al aula y escanear las expresiones en los rostros de tus estudiantes, intuyes que la clase no seguirá la programación que tenías preparada. Si realmente te preocupas por tus alumnos, comprendes que no puedes limitarte a avanzar contenidos sin tener en cuenta sus necesidades emocionales.
Los estudiantes son personas, y como tales, atraviesan momentos difíciles. Un examen que no ha salido como esperaban, largas jornadas sin pausa, problemas personales que los agobian... Cualquier cosa puede hacerles sentir que están agotados y que no son capaces de alcanzar los objetivos marcados para el curso. Esta semana, al entrar en clase, me encontré con alumnos que claramente necesitaban un respiro. Sabía que no podía seguir adelante como si nada, así que decidí preguntarles cómo se sentían, cómo había sido su día. Pronto me di cuenta de que esto era precisamente lo que necesitaban: parar y sentirse escuchados.
Tanto ha sido su deseo de compartir este momento contigo, que en varias ocasiones me han pedido que iniciemos la clase con una de mis "frases motivadoras". Así, estos cinco minutos se han convertido en un espacio donde nos preparamos para empezar, organizamos nuestro material y, lo más importante, hablamos de lo especiales que son. Hablamos de lo complicado que puede parecer afrontar los retos, de lo agotador que se torna el día, pero también resaltamos la importancia de mirar hacia atrás y reconocer todo lo que han logrado superar. Es un tiempo para que se sientan orgullosos de sus avances y comprendan que si han superado obstáculos en el pasado, también serán capaces de enfrentar los desafíos que están por venir.
Mis estudiantes no siempre son conscientes de lo excepcionales que son, y tengo la suerte de trabajar con jóvenes que son verdaderamente notables. Cuando les dedico unos minutos para hablar con ellos, ayudándoles a ver que su día no ha sido tan malo y alentándolos a seguir adelante, me doy cuenta de que este tiempo compartido contribuye a que nuestras clases sean más productivas y a que puedan afrontar los desafíos con mayor confianza.
Es verdad que, como persona, también puedo sentirme desbordado y atravesar días difíciles, pero cuando entro al aula, olvido todo eso y como docente busco el lado positivo de la vida, para que mis estudiantes vean que ese es el lugar donde deben estar y que merecen ser felices.
Esta semana ha sido especialmente dura para todos nosotros. He visto a algunos estudiantes solos en el aula, buscando refugio en su cubo de Rubik, mientras que otros se acercaban para contarme algo importante en sus vidas. He notado ojos rojos que denotaban llanto y pesares, ojeras que delataban falta de sueño o la sensación de que la mañana no termina. También he escuchado suspiros interminables, intentando liberar la desesperación que invade sus mentes. Es difícil presenciar cómo se sienten, y aunque puedo empatizar con ellos, siento la necesidad de hacer un alto en el camino, de compartir ese momento con ellos, de escuchar cuál es ese gran problema que está enturbiando sus vidas y de ayudarles a empezar de nuevo.
Ellos son importantes. Se merecen que hagamos una pausa y se lo hagamos saber. Porque son especiales y únicos, se merecen que les dediquemos tiempo y atención. Me siento profundamente afortunado de tener estudiantes tan especiales, de poder presenciar su crecimiento, de ver cómo se superan a sí mismos, y de recibir su confianza.
Hoy sentí la necesidad de escribir sobre lo importantes que son mis estudiantes para mí, de agradecerles que sean la luz en cada uno de mis días, de decirles que llenan mi corazón con momentos que perdurarán por siempre. ¡Gracias por ser quienes son! Vuestra presencia en mi vida me llena de gratitud y me recuerda por qué la docencia es una profesión tan valiosa y enriquecedora. Seguiré esforzándome para ser un apoyo en sus vidas y para que siempre encuentren en mí un maestro y un amigo en quien confiar. Juntos, superaremos todos los retos que nos depara el camino.