El show de los números

Esta semana, el canal de YouTube ha alcanzado la increíble cifra de 13.579 suscriptores. Un logro que me llena de agradecimiento y emoción, ya que nunca imaginé que el canal llegaría a estos niveles de apoyo. Sin embargo, este número también me trae a la memoria una época llena de manías y dificultades matemáticas que experimenté como estudiante y como apasionado de las matemáticas, una experiencia que he compartido en más de una ocasión con mis alumn@s. Permitidme retroceder en el tiempo y sumergirnos en mi historia.

Desde temprana edad, las matemáticas siempre me resultaron sencillas y fascinantes. Era como si los números y las operaciones fueran amigos con los que podía entenderme sin esfuerzo. Sin embargo, todo cambió cuando llegó el momento de aprender las temidas tablas de multiplicar. Para mí, memorizarlas se convirtió en un auténtico desafío. Aquellas largas listas de números y ejercicios de multiplicación que debíamos resolver en casa parecían interminables. Las tardes se volvían una odisea de tareas y cálculos.

Pero fue en medio de esta aparente pesadilla donde nació mi amor incondicional por las matemáticas. Me di cuenta de que debía encontrar una manera de hacer que esta tarea no fuera tan tediosa. Mi imaginación y la cantidad de tiempo dedicada se unieron para transformar el aprendizaje en una experiencia más entretenida. Así fue como los números se convirtieron en mis amigos imaginarios, cada uno con una personalidad única.

1: Un número sencillo y tímido, siempre seguía las indicaciones de los demás. Pero era natural, cuando multiplicabas cualquier número por 1, el resultado ya estaba claro. Pobre uno, no tenía una personalidad propia, dependía de los demás.

2: Una señorita educada y noble. Siempre elegante y operar con ella era como una danza. Con su personalidad alegre, atraía a los números hacia su terreno. Todos los resultados con dos eran siempre pares, convirtiéndose en la reina de los números pares.

3: Un bromista y hermano de dos, se llevaba bien con todos los números, pero también era excéntrico y peculiar. Descubrir los divisores de tres requería seguirle el juego. Le gustaba la diversión, pero no tenía maldad. A veces, se dejaba llevar por siete, de quien ya hablaremos.

4: El gran protector de dos. Nadie podía hacerle daño a dos, ya que cuatro siempre estaba ahí para protegerla. Juntas, contaban con la ayuda del bonachón ocho. A diferencia de dos, cuatro era firme y poco flexible, pero también elegante y bella, como una bailarina profesional. Cualquier operación en la que interviniera el cuatro siempre saldría perfecta. Además, si dos era la reina de los números pares, cuatro era su fiel aliada y mayor defensora de estos números. Sin embargo, tenía un gran enemigo, siete. Nunca podían estar juntos, pero cuando ocurría, aparecían dos y ocho para solucionar las cosas.

5: Si existiera un James Bond de los números, ese sería el cinco. Elegante y con todo bajo control, ninguna operación salía mal cuando estaba involucrado. Su gran apoyo era el cero, ambos números eran grandes aliados y trabajaban en perfecta armonía. Además, el cinco estaba enamorado de dos, una historia imposible ya que no pertenecía al reino de los números pares. Sin embargo, gracias al cero, el cinco se sentía como en casa en este reino y dos le permitía acercarse y visitar su dominio cuando quisiera.

6: Seis actuaba como un padre para dos y tres, siempre estaba atento para que ambos números se llevaran bien, como buenos hermanos. Seis era el gran maestro de los números, aunque era par, su corazón estaba dividido entre los números pares e impares. Si pudiera elegir, seis sería par e impar a la vez, pero no tenía esa opción. Su misión era cuidar de todos los números, no estaba de acuerdo con la rivalidad entre los números pares e impares. Seis era un gran mediador.

7: Cualquier gran película tiene un villano emblemático, y siete cumplía ese papel a la perfección. Era la gran villana de los números y, sobre todo, de dos. Siete no soportaba el liderazgo de dos entre los números pares y odiaba que todos la siguieran. Cuando siete aparecía en una operación, todo salía mal y era un caos. Siete intentaba ser como dos, pero no podía ganarse el liderazgo de los números. Había intentado crear un reino de números pares en el que ella sería la reina, pero aún no lo había logrado. No se había dado cuenta de que dos era una líder excepcional y muy organizada. Siete era un caos.

8: Un gran número, querido por todos, incluso por siete. Era fuerte y siempre estaba disponible para ayudar a dos y cuatro. Ocho no tenía maldad y siempre quería que todo saliera bien. Era el único número capaz de detener a siete.

9: El hermano mayor de tres, tan bromista como él. Les gustaba tanto hacer travesuras que, cuando nueve y tres se unían, podían enfrentarse a dos y siete. Al igual que tres, nueve era excéntrico y tenía muchas manías. Su tabla de multiplicar era una verdadera obra de ingeniería y orden, pero siempre a su manera. Se consideraba un seguidor de seis y todo lo que sabía se lo debía a él.

0: Cero siempre estaba escondido y no le gustaba que nada cambiara. Todos los números respetaban a cero y nunca lo molestaban. Si cero decía algo, todos sabían que debían respetarlo. Cero era el anciano de los números, lleno de sabiduría, y todos sabían que no debían molestarlo. Si cero se enfadaba, todos los números lo lamentarían y terminarían dándole la razón. Pero eso era porque cero siempre tenía la razón. Cuando cero estaba presente, todo era fácil.

Y os preguntaréis por qué 13.579 suscriptores están viendo este peculiar "show" de los números. Pues bien, todos estos números con personalidades distintas surgieron de mi necesidad de hacer que el proceso de multiplicación fuera menos aburrido. Cada multiplicación se convirtió en una serie de televisión: números enfrentados, traiciones, risas y peleas, había de todo. Cada operación se convertía en una emocionante historia. Además, todas estas historias me han acompañado a lo largo de mi vida y han hecho que desarrolle un gran cariño por los números y las matemáticas. Me he dado cuenta de que la personalidad que di a los números fue un recurso de mi yo niño para aprender y disfrutar de lo que estaba aprendiendo. Esta experiencia me ha llevado a reflexionar sobre lo que significa ser un profesor de matemáticas. Cada estudiante tiene sus propias fortalezas y debilidades, y las matemáticas pueden convertirse en una pesadilla para algunos de ellos. Como educadores, es nuestro deber esforzarnos para ayudar a nuestros alumnos. Debemos trabajar para que ellos vean las matemáticas como algo tan sencillo y fascinante como lo vemos nosotros. Nuestra tarea no es simplemente enseñarles contenidos, sino transmitirles nuestra pasión por las matemáticas. Así que, queridos docentes, convirtamos las matemáticas en un emocionante espectáculo para que nuestros alumnos lo disfruten cada día en clase. Quién sabe, tal vez algunos de ellos también descubran un amor duradero por los números y las matemáticas.