Hace cuatro años, nació Aula LGTB+, un proyecto que jamás imaginé que llegaría tan lejos. Surgió desde un lugar doloroso: una situación de LGTBIfobia sufrida por una alumna. Aquel episodio, que dejó una marca en nuestra aula y en mi manera de entender la docencia, me hizo ver con más claridad que el aula no puede ser nunca un espacio neutral cuando hay vidas en juego.
Ver cómo esa alumna sufría en silencio por ser quien era, sin sentirse representada ni protegida en el entorno educativo, me hizo replantearme mi papel como docente y como persona visible del colectivo. Fue entonces cuando entendí que tenía que hacer algo más. Que tenía que poner mis conocimientos, mi voz y mis herramientas al servicio de un cambio real.
Así nació Aula LGTB+, un espacio de aprendizaje donde las matemáticas se convierten en una excusa para hablar de diversidad, para representar a todas las personas, y para construir referentes donde antes solo había silencios. Lo que comenzó como una pequeña colección de problemas inclusivos para el aula de 4º de ESO ha ido creciendo hasta convertirse en una herramienta educativa reconocida y compartida en numerosos centros, tanto por profesorado como por estudiantes y familias.
🔗 Puedes conocer el proyecto completo aquí:
Desde su nacimiento, Aula LGTB+ ha seguido un principio muy claro: la educación no puede mirar hacia otro lado ante la diversidad. Los contenidos curriculares no son ajenos a la realidad social, y es desde ellos desde donde podemos (y debemos) construir una ciudadanía más justa e inclusiva.
Este proyecto no solo ha sido un recurso didáctico, también ha sido un espacio de encuentro, de diálogo y de transformación real en las aulas. Cada ejercicio, cada historia, cada personaje que forma parte de Aula LGTB+ ha sido pensado para romper silencios, para visibilizar realidades que durante demasiado tiempo han sido ignoradas o negadas.
A lo largo de estos cuatro años, he recibido cientos de mensajes que me han emocionado profundamente. Estudiantes que me escriben para decirme que, por primera vez, se han visto reflejados en un problema de matemáticas. Que sienten que, por fin, hay un lugar para ellos en el aula. Docentes de todas las etapas que me comparten cómo han utilizado los materiales para abrir conversaciones necesarias, con sensibilidad y rigor, rompiendo miedos y prejuicios. Familias que agradecen el valor de un proyecto así, porque ven cómo sus hijas, hijes e hijos van a su centro educativo con menos miedo, con más seguridad, sabiendo que su existencia también tiene un espacio en el currículo.
Aula LGTB+ ha servido también como puente entre generaciones, entre aulas y hogares, entre profesores y estudiantes. Porque educar en diversidad no es solo enseñar contenidos: es generar pertenencia, dignidad y empatía. Y eso también se construye con integrales, ecuaciones y funciones.
Una parte muy especial del proyecto son los personajes que protagonizan los ejercicios. Han crecido conmigo, con el proyecto, y con los estudiantes que los ha acompañado. No son solo nombres en un enunciado: son reflejo de nuestras aulas, de nuestras calles, de nuestras familias. Son diversos, con realidades distintas, con formas de amar, de vivir y de ser que rompen estereotipos y amplían horizontes.
Cada uno de ellos representa algo más grande: una posibilidad de ser y estar sin miedo. Hay quienes han transitado su identidad, quienes viven con dos madres o con un padre y su pareja, quienes han sufrido situaciones de discriminación, pero también quienes encuentran en su entorno apoyo, amistad y referentes. Son personajes construidos con mucho cuidado, con la intención de visibilizar y normalizar realidades que siguen siendo invisibles en demasiados espacios educativos.
Y aunque son ficticios, les tengo un cariño enorme. Porque detrás de cada uno de ellos hay fragmentos de historias reales: alumnas que me han contado sus experiencias, compañeros que me han compartido vivencias, familias que me han inspirado con su lucha cotidiana. Estos personajes no solo enseñan matemáticas; enseñan respeto, empatía y orgullo. Y eso es, sin duda, lo más valioso de todo.
🔗 Puedes conocer sus historias aquí:
No puedo cerrar este texto sin dar las gracias. Gracias de verdad.
Gracias a mis estudiantes, que me han enseñado más de lo que jamás podré enseñar yo. Que me ha mostrado el valor de ser auténtico, la fuerza que hace falta para mostrarse tal y como uno es en un entorno que a veces no lo pone fácil. Cada pregunta, cada gesto de curiosidad, cada conversación sincera ha sido una chispa que ha alimentado este proyecto. Vosotras, vosotres y vosotros sois el corazón de Aula LGTB+.
Gracias a las familias que han confiado en mí y en este enfoque educativo. Que han valorado la importancia de enseñar con perspectiva, de hablar con naturalidad de las realidades que sus hijas, hijes e hijos ven, viven o sienten. He recibido mensajes emocionantes, palabras de agradecimiento que me han hecho seguir adelante incluso en los días más difíciles. Gracias por no mirar hacia otro lado, por querer una escuela que abrace, que escuche y que represente.
Gracias a las compañeras y compañeros docentes que han hecho suyo el proyecto, que lo han compartido en sus centros, lo han adaptado a sus realidades, lo han recomendado a otras personas. Gracias por abrir la puerta al cambio, por enseñar con compromiso y con sensibilidad. Este proyecto es colectivo, porque se ha construido con cada descarga, con cada clase en la que uno de sus ejercicios ha generado un momento de reflexión, de sorpresa o de reconocimiento.
Gracias a quienes, desde el activismo, desde las instituciones, desde el aula o desde el anonimato, han creído que una educación que no deje a nadie atrás no es una utopía, sino un deber ético. Que la diversidad no es una amenaza, sino una riqueza que nos hace mejores como sociedad.
Y sobre todo, gracias a aquella alumna. Aquella joven que, sin saberlo, me cambió la mirada. Que me hizo consciente del silencio, de la invisibilidad, de lo que pasa cuando nadie pone palabras a lo que duele. Fue su historia la que me impulsó a crear Aula LGTB+. Su valentía fue el punto de partida. Y en cada nueva colección de ejercicios, en cada personaje que toma forma, en cada historia que se escribe entre números y ecuaciones, su huella sigue viva.
Cuatro años después, Aula LGTB+ no ha dejado de crecer. Y lo seguirá haciendo mientras haya una sola persona en el aula que necesite saber que su historia también merece ser contada. Porque educar en diversidad no es un añadido, no es una moda, no es un privilegio.
Es una necesidad.
Es justicia.
Es amor.